peligroso rival….. ¡el mismo!. Los reyes y virreyes superiores le obligaron a convocar a sus súbditos para que en la más absoluta intimidad demostrasen su amor u odio a Juan. Éste se mantenía nervioso, se sentía acosado por todos lados, la desconfianza se apoderó de él e incluso temía por traición de sus más allegados.
Pero a pesar de todo y creyéndose aún en posesión de la auténtica verdad, seguía fiel a su modo de pensar, convencido de que todo aquello era fruto de un complot contra él, que en ningún momento entendió se debía únicamente al modo de proceder tan miserable que el había tenido para con sus súbditos.
Su fiel escudero y amado paje permanecía a su lado, soltando en los corrillos de palacio toda clase de improperios hacia aquellos que consideraba los enemigos de su señor. La reverencia hacia su señor era continúa y de su boca brotaban como aguijones palabras hirientes contra aquellos súbditos, que habían osado enfrentarse a su señor en la carrera por el trono del feudo.
Todo estaba a punto de decidirse. El final de Juan Trepador se acercaba. El pueblo por fin tenía la palabra. La palabra de Juan parecía debilitarse. Sus lamentos mostraban cada vez más su odio hacia todos. Juan resistía y luchaba denonadamente. El tiempo se le echaba encima. Su suerte podría ahora traicionarle. Su suerte podría de nuevo aliarse con él.
Todo se resolvería en las dos próximas puestas de sol. ¿Sería por fin el ocaso de Juan Trepador?.