enormes tallos de los que surgieron extrañas flores, que "anunciaban" donde se encontraba la morada de Juan Trepador y otros lugares de especial relevancia de la villa.
¿Habría perdido el juicio su señor?
¿Pensaría que habrían perdido la memoria sus súbditos?
¿Para qué anunciar lo que ya sabían?
Su pueblo no entendía del todo a que venía aquel súbito florecimiento, o ¿tal vez si?. Casi con toda seguridad, aquella floreciente primavera tenía, como en tantas otras ocasiones, un solo motivo: "que su personalidad siguiera brillando otras cuatro primaveras más con el beneplácido de una gran parte de sus siervos".
El tiempo se le estaba acabando y necesitaba que su villa, en esos momentos tan transcendentes, floreciera más que nunca, con el único fin de que visitantes y nativos apoyaran su regencia. Ya llegaría más tarde el tiempo de hibernar, para compensar definitivamente estos tiempos de florecimiento que tanto cansancio le estaban provocando.
Deseaba y necesitaba con avidez retornar a sus relajados aposentos de palacio y recuperar el sueño perdido en esta agitada primavera.